QUIENES SOMOS

El Chinchinero nació en la Región Metropolitana de Santiago de Chile. Fue don Lázaro Kaplán quien comenzó esta tradición, en Santiago de Chile en la década de 1920 (puede que incluso un poco antes), cuya función era acompañar al organillo (los chinchineros solos sin organillo son producto de una época en que los organillos chilenos permanecían en mal estado, pues no tenían quién los reparara), y tocaba el chinchín y el bombo apoyado en el organillo (sin bailar).

En la década de 1960, se conoce en Valparaíso la existencia de estos hombres-orquesta que acompañaban al organillo por medio de los rumores que hablaban de un niño que tocaba el chinchín. Este niño era don Manuel Lizana Quezada, hijo de don Héctor. Posteriormente el chinchinero santiaguino conocido como «Patito» es quien lleva el chinchín a Valparaíso en esa misma década del 60 y es así como los chinchineros comienzan a acompañar a los organilleros de aquella ciudad. Los chinchineros de Valparaíso tocaban el chinchín con una sola varilla y no pasaban el pie entre la cuerda del hi-hat ni daban vueltas. Fue con la visita de los Lizana el año 1962, los que fueron llevados por el organillero porteño Gustavo Muñoz, que los chinchineros de Valparaíso adoptaron (al principio, reticentes) estas técnicas y el uso de 2 varillas en vez de una.
Antiguamente, el organillero era acompañado por otros personajes como el fotógrafo, el suplementero, el afilador de cuchillos, el farolero que indicaba la hora. «La historia del instrumento es muy interesante. A fines del siglo XIX llegaron 300 organillos a Valparaíso. El chinchín se desarrolló después, basado en la idea del “hombre orquesta”. De hecho, trabajaron juntos, pero cada uno encontró su camino. Es gracioso saber que, por ejemplo, antes había grandes peleas entre ellos para decidir quién guardaba la plata. Pero lo realmente interesante es saber que el chinchín es único en el mundo y que los extranjeros se impresionan mucho cuando ven a un ejecutante», nos cuenta Peter Estay [2] A medida que pasó el tiempo, cada personaje se fue independizando. El fotógrafo se quedó en las plazas, el que daba la hora desapareció por razones obvias: se masificó el reloj. El Afilador de cuchillos siguió solo por los barrios y de igual forma lo hizo el organillero. Sólo el organillero y el chinchinero continuaron trabajando como grupo, representando la cultura y tradiciones del pueblo chileno.

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